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UC - Entrevistas


YANN DAMANGE

(director)


Curtido en la nueva ola de la televisión británica con series como ‘Dead Seat’ (2008) o ‘Top Boy’ (2011), Yann Damange da el salto al cine con una película fresca y sorprende que, no, no es otra película más sobre el IRA. El tema lo conoce bien pues, aunque nacido en París (1977), se ha educado en Inglaterra muy cerca de esa sensación de odio que, como él dice, “ha pasado de generación en generación y a la que nadie quiere volver”. Con ‘71’ se desmarca sin embargo de cualquier cliché político para asombrar al público con un pulso al cine bélico con tintes al género negro. Los premios Bafta y el Festival de Berlín ya reconocieron tamaño intento meritorio.


‘Quería que el público no entendiese nada, como el protagonista.'


-‘71’ no es una película al uso sobre el IRA, juega un poco a la confusión, con los personajes que no sabemos si son malos o buenos, algunos hasta infiltrados en uno y otro bando. Ni siquiera sabes de dónde viene el protagonista ¿Cómo crees que reacciona el público ante un planteamiento así?

Decidí de antemano no explicar las cosas, porque para empezar en el conflicto de hoy en día todo el mundo se parece. De modo que no quería usar el concepto americano de explicarlo todo. Quería que el espectador estuviera en la misma situación que el protagonista, que no entendiese nada y esté completamente perdido. Además, habiendo tantas películas anteriores como ‘Bloody Sunday’, ‘En el nombre del padre’, etc… que ya explicaban bastante bien aquella situación en Irlanda del Norte, yo ya me sentía bastante libre como para empezar de cero y dejar a todo el mundo confuso. No saben qué es lo que está pasando o quién es quién. De hecho, había pensado empezar con un montaje más explicativo, a  modo de imágenes de archivo o un texto al estilo de ‘Star Wars’, pero esto hubiera significado que el público se adelantase. Y lo cierto es que el 95% del público no va a tener esa información porque si tienes menos de treinta años no sabrás qué es lo que estaba pasando realmente. Es más, fui a un instituto donde estudia mi sobrino y me di cuenta de que, a pesar de acabar de pasar por esto, el sistema educativo no enseña lo que ocurrió. Entonces, simplemente quería que el público tuviera la misma idea que el protagonista, es decir: nada.

-El objetivo de la película está claro: crear esa confusión y ambiente de guerrilla urbana. Pero aún así no deja de ser un tema espinoso. Lo que se llama una “herida siempre abierta”. ¿Tenía alguna idea preconcebida en la cabeza al abordarlo?

Es que no pensaba en esos términos. Al fin y al cabo iba a hacer mi primera película… y muchas veces no llegas a hacer una segunda. Entonces estaba leyendo muchos guiones y cuando me llegó éste me atrapó porque tocaba temas que me interesaban mucho. Por ejemplo, ese de los niños que crecen en medio del conflicto. O a lo mejor simplemente el guión iba con mi personalidad y espero este trabajo que sea relevante  para hoy en día, porque vemos como ese patrón sigue repitiéndose y cómo la situación que se producía en Belfast se sigue viendo en otros lugares del mundo.

-¿Y que opinión le merece la Irlanda actual? ¿Ha cambiado mucho la percepción de ese conflicto histórico?

Hoy en día la situación es muy diferente de lo que vemos en ‘71’, además 1971 fue uno de los años más violentos del conflicto. Más que nada porque no hay ganas de volver a toda aquella violencia. Es posible que hoy haya cambiado tanto hasta el punto que sea la comunidad protestante la que se siente más excluida, pero lo que hay es una trampa de pobreza, y eso no se ve por la televisión, lo que se ve es cómo se reporta sobre la bandera. Pero no es verdad. Lo más importante es que la gente no quiere volver a eso, a pesar de todas las heridas abiertas. En la película eso se aprecia en el personaje de ese niño del que hablaba antes, que representa como el odio va pasando de generación en generación; pero supongo que lo más importante es cambiar esta idea y cortar esta tendencia.

-Esa confusión premeditada también se aprecia en el propio lenguaje del film, en el género. No sabes si estas viendo una película bélica, una de cine negro o un drama ¿tuviste la misma sensación mientras leías el guión?

Según iba leyendo el guión me di cuenta de que en efecto quería hacerlo así. A lo mejor si tres directores distintos hubieran leído el mismo guión hubieran salido tres películas distintas. Pero según leía el guión pensaba en ‘Bloody Sunday’ y luego, de repente, pasaba a ‘Point Break’, ‘La batalla de Argel’ y luego, cuando entra la noche, empezaba a pensar en referencias como John Carpenter. Es más, hablando con el guionista los dos coincidimos en ‘Apocalypto’ como referencia. Una cosa que hay que tener en cuenta es al equipo con el que trabajas. Yo llevo nueve años trabajando con el mismo montador y director de fotografía. Y un tema que siempre trataba con el montador era la idea de mezclar los lenguajes cinematográficos, y a él (Chris Wyatt) le gusta mucho cambiar el estilo según el contenido. Por ejemplo, durante diez minutos puedes tener cierto tipo de discurso y luego no saber por dónde va a ir la película, y cambiar la forma de utilizar la cámara, si al hombro o con grúa. Así siempre puedes elegir el lenguaje que quieres utilizar y tener claras las influencias, tanto cinematográficas, como pictóricas, fotográficas, etc.  Todo influye.

-Hablando de fotografía, la noche cobra una importancia relevante en una película que es casi “de guerrilla”, y de hecho gran parte de la historia se desarrolla de noche, con el protagonista deambulando perdido. ¿Cómo conseguisteis esa estética tan predominante?

Bueno, hace tiempo que trabajo con el mismo director de fotografía (Anthony Radcliffe) y llega un momento que todo sale natural. Pero sí que queríamos un look muy determinado, de la época. De modo que recurrimos al cine digital e iluminamos con bombillas de entonces, de mercurio y sodio.

-También merece mención aparte la secuencia con la que nos metemos en el nudo. La del motín de los ciudadanos. ¿Cómo abordasteis su rodaje?

Para la secuencia del motín en la calle necesitábamos 150 extras y tenía tres días para grabarla, de modo que la planificamos en una maqueta, donde coreografiamos los movimientos para que hubiera los menos cortes posible. Para mi son muy importantes los extras, me molesta mucho cuando en medio de una escena hay dos extras que, por ejemplo, hacen que están bailando pero que se nota que no hay música. Eso te saca de la película. Ésta escena en concreto la pensamos mucho para que no pasara esto y que cuando llegaran los actores sólo hubiera que soltarlos en medio.

-Ya para acabar, para tu próximo proyecto vas a saltar el charco, como otros muchos británicos en este momento. ¿Cuál es ese proyecto y por qué hacerlo en Hollywood? ¿Cómo ves la industria del cine británico en este momento como para tener que irse fuera a grabar?

La situación de la industria británica siempre ha sido así. En Gran Bretaña no se cuidan especialmente los derechos de autor. En Francia se protege más el cine independiente, y me gustaría hacer una película allí. Como me gustaría seguir trabajando en el Reino Unido. Pero tengo en mente hacer una película sobre los disturbios raciales de Los Ángeles en 1992, pero con el mismo equipo. Y claro, para hacer esto tendremos que irnos allí.

 

Entrevista realizada por Manu Cabrera.